Juan Manuel Marín

CONFERENCIAS

Uno siempre recuerda su primera vez.

La primera conferencia, por supuesto. Yo la di en el colegio, con 13 años.

Cada alumno debía preparar una exposición sobre un tema y compartirla con sus compañeros.

Como era de esperar, nadie quería hacerlo, así que yo decidí que la fortuna favorece a los valientes;

Me ofrecí a exponer el primero, para quitármelo de encima y poder respirar hondo durante el resto de la clase.

Mi tema era condenadamente interesante:

La Sábana Santa, una de las reliquias más famosas y controvertidas de la historia.

La sábana que envolvió, supuestamente, el cuerpo de Cristo, antes de ser enterrado. La pieza de tela más estudiada del mundo, sobre la que discuten científicos, religiosos, filósofos…

Yo abordé el punto de vista médico, explicando con detalle los signos físicos que mostraba el cuerpo:

Los signos de tortura, el cómo atravesaban los clavos las muñecas, lo cerca que pasaban del nervio mediano…

Ese tipo de cosas, las que dejan boquiabiertos a cada adolescente del planeta.

Huelga decir que mi exposición causó un gran furor entre mi audiencia.

Les gustó tanto, o tenían tantas ganas de perder tiempo y así librarse de exponer ellos, que todos mis compañeros se alzaron para entonar en cántico:

“¡Que la repita!”

Mi mirada de pánico no fue suficiente para disuadir al profesor, que también estaba encantado:

Tuve que repetir toda la presentación, desde el principio.


Todo el pánico escénico, los nervios, el sentirme observado…

Está claro que mi astuto plan no terminó de dar sus frutos, pero lo que también es cierto es que aquel día me curé de espantos.

Han pasado muchos años desde entonces, y he podido disfrutar del privilegio de ejercer como profesor durante todo ese tiempo.

Como alguien que no ceja en su empeño de seguir aprendiendo, llevo toda una vida incorporando conocimiento de toda especialidad y práctica de toda índole a mi trabajo, a mi día a día y a las clases que imparto.

En muchas ocasiones, esas clases, revestidas de experiencia y de humor, se convierten en conferencias, para quien desee una visión alternativa sobre temas tan importantes como el virus del papiloma.

Mi manera de llevar estas charlas pasa por que la risa esté siempre presente en la sala; uno de los grandes objetivos es desdramatizar la enfermedad por VPH, y empoderar a las pacientes que la sufren.

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Para ello, hay mucho de qué hablar; funcionamiento del virus, diagnóstico, hábitos de vida, salud mental…

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